En los últimos años los vecinos y pacientes que vienen periódicamente a nuestra clínica nos preguntan la mejor edad a la que sus hijos han de acercarse por primera vez al odontopediatra.
Esta información habitualmente es el propio dentista que va realizando el seguimiento de sus padres, el que llegado el momento nos avisa de la necesidad de reservar una cita con el especialista, no es algo que deba ser a una edad exacta, pero lo habitual es tras los primeros 12 meses de vida.
Hay muchos padres que creen que hasta los 5 o 6 años de edad, no es necesario, y es un tremendo error que puede acarrear muchos problemas al niño en el futuro, y de la misma manera que visita al pediatra con una frecuencia establecida, ha de acostumbrar a su hijo a visitar otro doctor, mucho más divertido, para ir regularmente a revisar sus dientes, también los de leche.
Recordemos que la Sociedad Española de Odontopediatría indica en sus informes anuales la necesidad de acudir al dentista desde el primer año de edad, posiblemente no tenga necesidad de aplicar ningún proceso, pero para tener una excelente salud buco-dental, hay que trabajar desde el primer día, ya que se ha demostrado que si se mantiene unos hábitos saludables desde la infancia, el número de caries disminuye en la adolescencia y en la madurez.
De la misma manera que los adultos han de acudir cada seis meses a revisión, sus hijos deberían de ir adoptando la misma rutina, entender que es una visita periódica necesaria y convertirlo en un chequeo periódico.
Son muchos los padres que nos piden tratamientos como el aparato dental, los selladores de surcos y fisuras, empastes y la aplicación de flúor, y dependiendo de las necesidades bucodentales de nuestros hijos se van aplicando si el odontopediatra lo ve necesario.
En estas edades suele ser igual de importante concienciar a toda la familia de la importancia de eliminar o limitar la ingesta de azúcar, que puede dar lugar a la aparición de caries.
Es fundamental que nuestros hijos vean normal acudir al dentista, y evitar de esa manera miedos injustificados que solo van a provocar un posible aumento de enfermedades bucales, por un inadecuado seguimiento bucodental.
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